Dr. Bruno Lunenfeld y la
fertilización artificial
"Gracias al sobrino del Papa,
desarrollamos la ovulación artificial"
El
doctor Bruno Lunenfeld desentrañó el funcionamiento de las gonadotropinas, las
hormonas que permiten la ovulación, allanando el camino para el tratamiento de
problemas de infertilidad, incluyendo las terapias que faciliten la fecundación
in vitro.
Aproximadamente
una de cada 10 parejas tiene dificultad para concebir. Sin embargo, hasta
mediados del siglo pasado, muchas de las causas de la infertilidad no fueron
entendidas totalmente y era poco lo que se podría hacer por las mujeres que no
podían quedar embarazadas.
Un
importante punto de inflexión se produjo durante la década de 1950, cuando un
equipo de investigadores, que incluía al médico israelí Bruno Lunenfeld,
desentrañó el funcionamiento de las gonadotropinas, las hormonas que permiten
que la ovulación ocurra.
Dr. Bruno Lunenfeld. Foto: institucional
Sus
investigaciones condujeron al desarrollo de un fármaco de gonadotropina humana
llamado Pergonal, que Lunenfeld utilizara en 1961 para el tratamiento de
una paciente israelí que no podía ovular. El tratamiento fue un éxito y se
convirtió en la primera mujer en el mundo con un problema de infertilidad de
este tipo, que pudo concebir un hijo.
El
50° aniversario de esta revolución en el campo de la fertilidad, se celebró en
el 10° Simposio Internacional de la GnRH (gonadotropinas humanas), entre el 6 y
el 8 de febrero de 2011 en Salzburgo, Austria, co-presidido por el Dr. Lunenfeld.
Cuando el bebé-probeta era ciencia ficción
La
innovación de Lunenfeld allanó el camino para el uso de gonadotropinas humanas
en el tratamiento de otros tipos de problemas de infertilidad, incluyendo
terapias para facilitar la fertilización in vitro (bebés de probeta). El Pergonal
ayudó a producir en el mundo al primer bebé de probeta, Louise Brown, en 1978.
Gráfica (en inglés) que explica el funcionamiento del "pergonal". Imagen: ansci.wisc.edu
Rememorando
este hito en la historia médica, Lunenfeld, (84) reflexiona sobre cómo la
investigación médica ha cambiado en los últimos 50 años.
"Cuando
publicamos nuestro primer artículo (que describía cómo la
gonadotropinas estimula la ovulación en las mujeres) en 1954, se creía en
una ética médica diferente. Queríamos que nuestro descubrimiento perteneciera
al mundo entero, así que lo publicamos en una revista científica con el fin de
evitar que las empresas comerciales lo patentaran y monopolizaran su uso".
El
Dr. Lunenfeld fue, entre otros, fundador del Departamento de Ciencias de la
Vida de la Universidad de Bar-Ilan (1969), y hoy continúa ligado a la
institución como profesor emérito de Endocrinología reproductiva, realizando
investigaciones revolucionarias, tanto en el campo de la fertilidad y como en
el del envejecimiento, tanto en Bar-Ilan, como en el Instituto Weizmann de
Ciencia y el Centro Médico Sheba.
"La orina necesaria fue provista por las monjas"
Lunenfeld
está especialmente orgulloso de que las mujeres de Israel estuvieran entre las
primeras en el mundo en beneficiarse de las nuevas tecnologías de tratamiento
de fertilidad. Cierto, de
hecho, disfrutaron de libre acceso por un número de años al Pergonal,
gracias a la alianza que Lunenfeld ha forjado con el Dr. Piero Donini, director
de I+D de Serono, la empresa farmacéutica europea que produce la droga.
"El principal
problema que enfrentaban las compañías farmacéuticas era encontrar una fuente
de grandes cantidades de gonadotropinas",
recuerda Lunenfeld, y señala que había obtenido las pequeñas cantidades que
necesitaba para sus experimentos mediante la extracción de las hormonas de la
orina de las voluntarias post-menopáusicas.
"Se tarda
aproximadamente un día de suministro de orina de 10 mujeres para llegar a
producir una sola dosis terapéutica", dice
Lunenfeld, y agregó que en esos días no existían métodos de ingeniería genética.
Por
suerte, explica Lunenfeld, en la compañía Serono había una conexión especial
con una autoridad de importancia mundial para acceder a una enorme cantidad de
orina pos-menopausia.
"Resultó que
el Vaticano era propietario de la mayoría de las acciones de la empresa Serono.
Por lo tanto, con una petición directa del sobrino del Papa, Don Giulio
Pacelli, que era miembro de la junta directiva de Serono, fue fácil obtener la
cooperación de las monjas que viven en residencias de ancianos en toda Italia".
En
gratitud a las contribuciones de Lunenfeld (a las ganancias de Serono), la
empresa acordó suministrar a las mujeres israelíes el Pergonal.
El Rabino de la boda
El Dr. Lunenfeld cuenta cómo se interesó por la investigación de la
fecundidad. La anécdota tal vez sea un reflejo exacto de por qué él y
muchos otros científicos de Israel han ayudado al país a convertirse en una
superpotencia en este campo. La historia se remonta a su boda, que tuvo lugar
mientras estudiaba medicina en Ginebra, durante los años subsiguientes a la
Segunda Guerra Mundial.
"El rabino
Botchko, que ofició la ceremonia, me hizo una petición especial",
recuerda Lunenfeld, señalando que el rabino había dirigido la única escuela
judía en Suiza durante el Holocausto. 'Después de haber perdido a tantos de
nuestros hermanos, hasta los jóvenes científicos como usted deben ayudar a
recuperar nuestra fortaleza' me dijo".
Las palabras del rabino tocaron al Prof. Lunenfeld "en mi propia
historia", acota. Nacido en Viena, tenía 11 años cuando los nazis comenzaron a deportar
a los Judios -incluyendo a su padre- a los campos de concentración. Gracias a
su madre, formó parte del último contingente de niños judíos a los que les fue
permitido salir a Inglaterra con autorización legal.
Lunenfeld
llegó a Israel en 1940. Ha dedicado toda su carrera en cumplir el sueño imaginado en
la ceremonia de su boda hace más de 60 años. La preeminencia de Israel en el
campo de la fertilidad, evidenciada en los 25 centros de fertilidad y la mayor
proporción de tratamientos de fertilidad per cápita del mundo, le deben algo a
este pionero. También los miles y miles de bebés nacidos en el mundo a partir de la década del '60 gracias los tratamientos de fertilización. Un buen cuento de cuna para los sueños más profundamente humanos.
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